Que en mi condición de Abogado y Notario Público y como ciudadano de la República de Honduras, siempre he tenido presente que el acto de impartir justicia debe estar destinado para aquellos que tienen una formación jurídica y humana sólida, que les permita con mesura y sabiduría, desvincular lo intrascendente de lo sustancial; y así, dentro del ámbito de su competencia, ser garantes de la aplicación correcta del derecho sin distinciones de cualquier naturaleza